Hace unas semanas hablamos en este blog de lo que era un chatbot, queremos recordar que esta herramienta es un servicio de mensajería automática para la ayuda del navegante, su definición podría ser la de un asistente en una web o tienda online que se comunica con los usuarios a través de mensajes de texto o incluso voz.
Hoy queremos abordar una versión de los mismos, digamos que podría llamarse 2.0, es decir, un paso más allá sobre los “tradicionales” chatbots, que es ChatGPT, un sistema de chat con inteligencia artificial y que prevé revolucionar la tecnología en este campo, pero con ciertos matices y mucho por desarrollar y legislar.
ChatGPT hace referencia a las siglas que proceden del inglés Generative Pre-trained Transformer, en castellano, Transformador Preentrenado Generativo.
La característica fundamental de ChatGPT es que se trata de una inteligencia artificial que está entrenada para mantener conversaciones, de manera que solo hay que hacerle preguntas de manera convencional y las entenderá.
Su desarrollador es OpenAI, compañía de investigación de inteligencia artificial, que se anuncia sin fines de lucro, y que tiene como objetivo promover y desarrollar inteligencia artificial amigable de tal manera que, según dicen, beneficie a la humanidad en su conjunto. Su modelo se basa en más de 175 millones de parámetros desarrollados y entrenados para ejecutar tareas de lenguaje.
La IA se basa en un entreno y correcciones que finalmente es capaz de responder a cualquier pregunta. Sus algoritmos se han desarrollado para entender con precisión y responder de manera coherente.
Aunque bien es cierto que parece que podremos preguntarle lo que sea y siempre tendrá respuesta, incluso con desarrollo de narrativa, en muchos campos es poco precisa y errónea. Aún no podemos conocer su impacto en el mundo ya que su desarrollo es de 2022, ya se han abierto ciertas brechas de seguridad y prohibiciones en educación, sanidad, etc., por lo tanto, debemos ser precavidos y esperar cómo avanza.
